El reciclaje convierte la vida de las baterías en un eterno retorno
El reciclaje de baterías en la cadena de valor del litio está ganando relevancia, siguiendo el principio de una economía circular más sostenible y generadora de nuevas oportunidades de negocio.
El CSIRO - Commonwealth Scientific and Industrial Research Organisation, la agencia gubernamental australiana para la investigación científica informa de que el mercado mundial de baterías de litio alcanzó casi los 250 GWh en 2020 y se espera que se multiplique por diez en 2030. La industria electrónica, pero sobre todo los vehículos eléctricos y el almacenamiento estacionario de energía eléctrica a gran escala son los principales motores de este mercado.
En consonancia con esta tendencia de crecimiento, la unidad de investigación CAS de la American Chemical Society estima que el volumen mundial de pilas usadas podría alcanzar unos ocho millones de toneladas en 2040.
Al intentar deshacernos de la gasolina, ¿estamos creando un problema medioambiental igual o más grave? Los datos, la ciencia y la industria demuestran que no.
Y mucho de ello es gracias a un activo de las baterías (de litio, en este caso) que no tienen los derivados del petróleo: su circularidad.
Un ejemplo sencillo: la gasolina y el gasóleo, que alimentan los motores térmicos, «desaparecen» irremediablemente (¡a veces muy rápido!) de los depósitos de los coches, dejando tras de sí un reguero de diferentes tipos de contaminación.
Por otro lado, las baterías de iones de litio son una fuente de muchos materiales valiosos. Incluso cuando su ciclo de vida llega a su fin, sus componentes pueden reutilizarse. CSIRO señala que si las baterías se reciclan, potencialmente el 95% de sus componentes pueden recuperarse para un uso alternativo o incluso pueden transformarse en nuevas baterías.
Además de crear nuevas oportunidades de negocio y dar lugar a empresas dedicadas al reciclaje y la reutilización de baterías, esto fomenta la circularidad y reduce el impacto medioambiental de la fabricación de baterías.
CAS sostiene que de las 500.000 toneladas estimadas de baterías que podrían reciclarse de la producción mundial en 2019, podrían recuperarse 15.000 toneladas de aluminio, 35.000 toneladas de fósforo, 45.000 toneladas de cobre, 60.000 toneladas de cobalto, 75.000 toneladas de litio y 90.000 toneladas de hierro.
Y todo ello sólo con la tecnología actual.
Por tanto, el reciclaje puede reducir la necesidad de extraer nuevos materiales y fomentar cadenas logísticas más cortas y bajas en carbono, como resultado de la reducción del transporte de materias primas.
A escala mundial, se calcula que el mercado actual del reciclaje de baterías de litio ronda los 1700 millones de dólares y se espera que aumente significativamente en los próximos diez años.
También según CAS, en el estudio «Lithium ion battery recycling: a review of the current methods and global developments», las evaluaciones de los beneficios medioambientales del reciclaje de baterías de litio -como la reducción de las emisiones de GEI- son variables y difieren según los métodos de reciclaje utilizados, la composición de la batería y el tipo de energía utilizada en el proceso.
Por ejemplo, el uso de tecnología antigua con poca capacidad de procesamiento para el reciclado puede consumir diez veces más energía que las instalaciones de plena capacidad que utilizan tecnología más reciente. Sin embargo, incluso en este escenario, las reducciones de emisiones y consumo de energía pueden ser significativas: reciclar el material del cátodo y los colectores de corriente puede reducir el consumo de energía en más de un 50%, mientras que reciclar LCO (óxido de litio y cobalto) puede reducir las emisiones de dióxido de carbono hasta en un 75% en comparación con un nuevo proceso de fabricación de baterías.
Aunque el mercado del reciclaje de baterías seguirá siendo relativamente pequeño en 2030, McKinsey prevé que se multiplicará por más de tres en la década siguiente, a medida que más baterías lleguen al final de su vida útil.
Según las previsiones de la consultora, el volumen mundial de recursos disponibles para el reciclaje en 2040, procedentes tanto de los desechos de la producción de pilas como de las propias pilas al final de su vida útil, representará ya 7,3 millones de toneladas, de las cuales el 83% procederá de las pilas al final de su vida útil.
En otras palabras, a diferencia del petróleo, que se agota y debe extraerse y refinarse de nuevo desde cero (economía lineal), los materiales de litio resultantes del reciclaje de baterías son reutilizables, lo que contribuye a la circularidad de diversos tipos de industria, ya sean fabricantes de baterías, marcas de automóviles y smartphones u otros productos: la plena realización de los objetivos de sostenibilidad en una cadena de valor que sirve al objetivo de la descarbonización.